Este es un libro que he tardado años en terminar del todo. Dice bastante de lo poco que consigo leer últimamente, pero también creo que me gustó tanto que de alguna manera no quería acabarlo: Aunque es un libro muy bien escrito y de una belleza profunda, también desprende una tristeza que por momentos puede resultar abrumadora. Además su estructura, dividido en 149 capítulos de apenas unas páginas unos pocos acompañados de fotos familiares, invita a la lectura aleatoria y cíclica sin acabarlo nunca, volviendo a empezar sin poder, ni querer, cerrarlo definitivamente.
Esta la sexta novela del también poeta y ensayista Manuel Vilas. Libro que le sacó del anonimato del circuito literario y le convirtió en un escritor de éxito: De “Ordesa” se vendieron más de cien mil ejemplares en el primer año de su publicación y acaba de salir una nueva edición con un capitulo inedito, celebrando el quinto aniversario de su edición.
Sin embargo “Ordesa” está lejos de ser el clásico best seller de hamaquita y piscina. Es un libro difícil de definir, más cercano a un diario o incluso a una memoria personal y familiar. Aunque por la inclusión de estos pequeños capítulos numerados, de fotografías y poemas, me han podido recordar casi a un fanzine personal. Al menos yo me he sentido muy identificado e inspirado por tanto la forma como el contenido del libro.
Como ya he dicho hay momentos que resulta duro continuar leyendo, casi cada página contiene momentos de una intensidad y una belleza perturbadora e hipnótica, pero también está lleno de una tristeza y una sensación de derrota enorme, donde la familia y la muerte lo llena todo. La muerte de los padres del protagonista, el propio Manuel Vilas, se convierte en hechos disruptivos y transformadores de su propia vida. Hay un montón de ideas y reflexiones brillantes pero a mi me resulta especialmente interesante y profunda la idea de que nuestros padres sean capaces de enviarnos mensajes desde el más allá, atravesando el tiempo y el espacio, por medio de nuestros hijos, como propone el autor en el libro
Son pequeñas viñetas, entre el recuerdo familiar y el retrato sincero, crudo y también lleno de amor y ternura de sus padres, hacia su entorno, un pequeño pueblo de Huesca, duro, frio, de pobreza de provincias, de clase obrera que intentó llegar a algo más sin conseguirlo. De una fracaso y un abandono en el ocaso de los últimos años de sus vidas, que contrasta con la ternura y vitalidad de los primeros años de juventud de sus padres y de una infancia del protagonista donde la devoción hacia sus progenitores era absoluta.
A la vez el autor nos cuenta su pequeño gran fracaso personal, su divorcio, su alcoholismo, la dificultad de conectar con sus hijos, su deseo de ser escritor y no acabar de serlo, padre e hijo unidos en el tiempo por el fracaso y la decepción. Estos pequeños fragmentos, como ya he dicho, se pueden leer una y otra vez, están destilados hasta la esencia del significado bajo una aparente cotidianeidad, donde la perdida y el amor paterno filial lo llena todo. Un retrato de una España de provincias, lúgubre y gris que a pesar de los años, y los avances tecnológicos y sociales, poco en el fondo ha cambiado